domingo, 26 de abril de 2009

Cuarto Chakra: Anahata


El cuarto chakra, Anahata, te infunde una gran fuerza, un gran poder de convicción para expresar cualquier sentimiento y contextualizar lo que dices. Cuando el cuarto chakra funciona bien, actúa como un sistema inmune, te advierte cuando algo es extraño.

El cuarto Chakra cardíaco se localiza a la altura del corazón. Está relacionado con la circulación de la sangre. Su color predominante es el verde. Además del corazón, está relacionado con el timo, una glándula situada en el tórax, detrás del esternón y delante del corazón. El timo cumple un papel muy importante en el sistema inmune del organismo.

Su nombre, en sánscrito, es Anahata, que significa "no golpeado o rozado". Todo sonido en el universo proviene del roce de dos cosas, que genera un conjunto de vibraciones audibles. Se dice que el sonido primordial no proviene de ningún roce, es Anahata. Su símbolo es un loto verde de doce pétalos o vórtices giratorios.

La expresión del centro cardíaco en el nivel emocional se traduce en comprensión, solidaridad y una búsqueda de armonía en la vida. El verde en este plano puede expresar una menor preocupación por los asuntos personales en más de un mayor interés por lo comunitario. Un chakra sano produce una valoración de las cosas simples de la vida y la satisfacción con lo que se tiene. Las expresiones negativas llevan a ser demasiado reservado, cauto y melancólico, temeroso de participar plenamente de la vida.

Los tres primeros chakras son animales, los tres últimos son divinos, y entre los dos grupos está el cuarto, Anahata: el chakra del corazón, la flor de loto del corazón, el chakra del amor. Este es el puente. El amor es el puente entre lo animal y lo divino. Por debajo del corazón el ser humano es un animal; por encima del corazón se vuelve divino. El verdadero ser humano es el hombre que puede sentir, que puede amar, que puede rezar, llorar, reír, que puede compartir, que puede sentir compasión. La humanidad ha amanecido dentro de él, los primeros rayos del sol le han traspasado.
Ejercicio

Date un paseo por el campo, las colinas están verdes y lujuriantes por la lluvia recién caída. Báñate en esa riqueza de crecimiento verde y siente la energía curativa conforme anima a tu corazón a abrirse.

Ahora, camina un poco más y advierte las bellas flores de color rosado que florecen en las colinas. Experimenta la esperanza, el optimismo de las flores rosadas. Mientras miras hacia arriba, quizá notes que el cielo es de un color rosado lleno de gasas de nubes. Deja que las maravillas de la naturaleza aporten curación, esperanza y afinidad a tu chakra del corazón.

A través de la música que toca al corazón relajará y abrirá el cuarto Chakra. Sea clásica, nueva o música sagrada proveniente de las tradiciones oriental u occidental, deja que la música genere calor dentro de tu corazón. Esto es muy subjetivo, de modo que te animamos, que sigas a tu corazón y confíes en tus instintos al respecto.

Vocalmente puedes entonar "a" o cantarla en clave de Fa (color verde).

El verde se utiliza para el cuarto chakra con el fin de promover la regeneración, el nuevo crecimiento, la paz interior y la serenidad. También se utiliza el rosa, pues sus vibraciones suaves y tiernas pueden aflojar la tensión del corazón y despertar sentimientos de amor y ternura, así como los sentimientos infantiles de asombro, inocencia y felicidad.

domingo, 12 de abril de 2009

La gran prueba


Cuando me preguntan qué soy, respondo: "Soy profesor de Estado en castellano". Ni doctor, ni licenciado, ni PhD. No. Profesor de Estado. Y lo digo con mucho orgullo. Y cada vez que lo digo, siento que se vuelve a encender ese fuego interior que no logra apagar ni la más rutinaria de las horas. Y las hay muchas en este milenario oficio que ha tenido entre sus filas a maestros excepcionales, como Jesús y Sócrates, y a millones de anónimos y modestos "parteros" de los talentos y aptitudes de los niños. Cuando decidí estudiar pedagogía, muchos de mis compañeros de colegio pensaron que estaba loco. Yo era parte de la élite de los colegios particulares, y mis padres, una familia de clase media, habían hecho todos los sacrificios para que yo recibiera la mejor educación. Para aquellos que éramos humanistas, el camino natural era estudiar derecho.

Pero marqué pedagogía. Y cuando lo hice, sentí la adrenalina del que está saltándose el guión secreto escrito para él, tal vez desde antes incluso de haber nacido. Desde que lo hice, sentí que mi vida profesional se asemejaba más a una aventura que a una carrera.

Y, de hecho, lo fue: los años en que ejercí como profesor en colegios en Santiago y la provincia son los más hermosos de mi vida. Yo había leído el lúcido y descarnado "Autorretrato" de Nicanor Parra, que resonaba en mis oídos cada vez que el cansancio o la desilusión me amenazaban después de las arduas jornadas escolares: "Soy profesor en un liceo oscuro,/ he perdido la voz haciendo clases,/ después de todo o nada hago cuarenta horas semanales./ ¿Qué les dice mi cara abofeteada?/ ¡Verdad que inspira lástima mirarme!".

Pero muchas veces me tocó encontrar la luz en esos liceos oscuros, cuando la alegría de una clase bien hecha era capaz de compensar todos los sacrificios o momentos amargos. Perdí la voz, pero con la satisfacción de haberlo hecho para traspasar a otros el amor por la palabra. Nunca dejé de sentir que yo era un privilegiado, al que se le regalaba la posibilidad de aprender enseñando, porque el verdadero alumno es el profesor, y ese secreto profundo de la pedagogía lo sabe quien alguna vez ha hecho clases. Cuando lo descubres, las 40 horas semanales se transforman en los kilómetros de un viaje iniciático, en el que vas enfrentando todas las pruebas interiores y exteriores de un heroísmo silencioso, cuyas grandes batallas se juegan entre las cuatro paredes de una sala de clases.

Pienso en los miles de maestros a los que les debemos todo, que murieron con una sonrisa en sus rostros, esa sonrisa que sólo les es dada a los que fueron quemados en la vida por el amor y la entrega. Pienso en tantos profesores rurales que no se dejaron vencer por el resentimiento y la amargura y derramaron la alegría y sed de saber a sus niños desnutridos.

Por eso me duelen los resultados de la prueba aplicada a los egresados de pedagogía básica entregados el martes. Me duele en el alma saber que los mejores alumnos no se interesan por estudiar pedagogía, y que la educación de los niños de Chile puede quedar en manos de los peores. Me preocupa que ya se haya instalado en el disco duro de los jóvenes la sensación de que estudiar pedagogía es fracasar en la vida.

Es hora de rebelarse contra esa fatalidad. Ésta es la gran prueba que debemos rendir como país: asumir la educación como el gran desafío épico de nuestra historia. Hay que encender el entusiasmo en los jóvenes por el más sagrado de los oficios. Necesitamos a los mejores, a los más valientes, a los más idealistas en nuestras salas de clases. Con título de pedagogo o no, qué importa. Necesitamos que el fuego de la educación les queme a muchos el alma, como antes, cuando gobernar era educar, cuando los Andrés Bello, los Gómez Millas, los Luis Oyarzún o los Nicanor Parra bajaban de su olimpo a ensuciarse sus manos con tiza.


"Nota extraída del diario el mercurio" ( gracias Langostinho)

Jueves 02 de Abril de 2009
La gran prueba
por Cristián Warnken

enlace : http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2009/04/02/la-gran-prueba.asp

lunes, 6 de abril de 2009

Carta en Defensa de la Condición Docente


PARA PROFESORES, AMIGOS, ESTUDIANTES DE PEDAGOGÍA Y TODOS LOS ACTORES SOCIALES QUE CONSIDERAMOS LA EDUCACIÓN COMO PILAR DE LA SOCIEDAD.


Me permito hoy la libertad de expresarme, como estudiante de 5º año de la carrera de Lic. En Educación y Pedagogía en Artes Visuales de la U.M.C.E., respecto al artículo de la Ley General de Educación que faculta a licenciados y profesionales de otras áreas para ejercer la docencia, y es que el conflicto es en síntesis bastante claro, vivimos en un país de extremos, en el que se pasa abruptamente de la represión al libertinaje, en donde no existen los términos medios, se habla de mejorar la educación y me parece fantástica la evaluación docente, ¿pero dónde está la evaluación de la familia? El otro pilar fundamental de la educación y al cual el profesorado ha debido asumir y sustituir extendiendo su labor formadora al escenario de los padres que no se detienen a educar a sus hijos.

Se habla de mejorar la educación y las carreras de pedagogía las abre c ualquier casa de estudio, con requisitos de inscripción bastante cuestionables, ¿o ya nos olvidamos de las pedagogías express?, se habla de mejorar la educación y los sueldos a los que el profesorado aspira son francamente un insulto, te insultan los alumnos que ya perdieron todo respeto hacia sus propios padres, te insultan los apoderados que responsabilizan a los docentes de haber perdido el control de sus hijos, te insulta la sociedad por ser un profesional de segunda categoría. Díganme entonces, ¿qué incentivo hay para que los buenos puntajes PSU ingresen a las carreras de pedagogía?, ¿qué persona quiere vivir trabajando 44 horas a la semana en un colegio para ganar $420.000?, sin mencionar las horas extra que se dedican a preparar material didáctico, corregir pruebas, construir instrumentos de evaluación, etc. horas que se le quitan al descanso, la familia y al perfeccionamiento.

Recuerdo el discurso de tantos maestros en la universidad hablando de que la pedagogía es un acto de amor, pero claro que es un acto de amor, sólo el amor te hace sublimar la realidad, idealizar a las personas y creer que realmente20estás cambiando el mundo, colaborando con la construcción de una sociedad mejor.

Entonces enciendo el televisor pasadas las cero horas, y veo la entrevista al sr. Jaime Gajardo en el programa Última Mirada, donde el periodista desarticula toda la exposición del representante gremial, en función de acusarlo de estar defendiendo las parcelas de trabajo del profesorado, ¿acaso no hicieron lo mismo tiempo atrás los químico farmacéuticos? ¿acaso no es legítimo defender tu trabajo?, pero sobre todo destaco el planteamiento que el Sr. Gajardo no pudo expresar satisfactoriamente (ante las interrupciones del periodista) y es que no basta saber lo que se enseña, hay que saber enseñar, así se forma a los profesores de Chile, en la Universidad que presento con el mayor orgullo, no señor, yo no estudio en el “Piedragógico” yo estudio en la U.M.C.E. y pasé cuatro años asistiendo paralelamente a clases de formación pedagógica y clases de la especialidad.

Me atrevo además a decir que el gran problema de la educación es, por triste que suene, un problema de dinero, ¿cómo mejorar la educación? Simple, subiéndoles el sueldo a los profesores, postularán mejores puntajes a las carreras de pedagogía, el resto se da por lógica, ¿cómo mejorar la calidad de la educación? Simple, disminuyan el número de estudiantes por curso, que dejen de ser 45 por favor, o les suena posible atender a 45 niños, cada uno con problemáticas y necesidades particulares, sin hablar de los estudiantes de “integración” que requieren atenciones específicas que imagino los licenciados conocen a la perfección, los ingenieros, los médicos y toda esta pléyade de profesionales “superiores” que en teoría vendrán a enseñarnos cómo hacer nuestro trabajo, que vendrán a hablarnos de conductismo y constructivismo, de instrumentos de evaluación, de modelos y enfoques de aprendizaje, de orientación.

Estoy absolutamente seguro de lo mucho que quisieran todos los profesores hacer de sus estudiantes grandes conocedores del área específica del conocimiento que manejan, enseñarles a apreciar la poesía, la ciencia, la historia, pero lamentablemente se debe atender primero aquello que la familia ha descuidado, cuando los niños y jóvenes asisten al colegio sin bañarse, sin afeitarse, sin peinarse, con la ropa sucia, los zapatos sin lustrar, ni mencionar su vocabulario, que no han tomado desayuno, que algún familiar está en prisión, que están rodeados de los más lamentables vicios de nuestra sociedad, ¿entonces cuál es la prioridad? Cito esto porque el escenario es lógico, los profesores mejor calificados no hacen clases en establecimientos de las características mencionadas, buscan el sector particular y subvencionado, paga mejor y el ambiente laboral es más grato, quien no logra acceder a ellos, se debe conformar con el sector público, con el riesgo social, con el escenario desfavorable, es la triste realidad, del profesor que se desmotiva, que no se perfecciona, que sustenta una familia con un sueldo miserable.

¿Dónde está la vocación entonces? claro que está, existe, pero también tenemos que comer, también tenemos que vivir, y el pan de la docencia, francamente se vuelve cada día más amargo, lo digo como hijo, nieto y sobrino de profesores, que tal como señala el señor Warken al citar a Nicanor Parra en su columna, dejan día tras día su voz en las aulas, profesión que todos eligieron con la mayor de las vocaciones y han ejercido con calidad, que no temen la evaluación docente, pero si exigen un mínimo de respeto como los profesionales que son.

Atte.
Felipe José Ramírez Godoy
16.471.852-2